martes, 16 de junio de 2009

LA TRISTE REALIDAD



Yo trabajé en un hospital de Lérida. Dicho así parece irrelevante, pero si a esto le añado que entonces descubrí que todavía existía el caciquismo, la cosa cambia. Ahora ya se va acercando más a la realidad de nuestro municipio ¿verdad?

Llegué a Lérida en enero de 1999, por lo que también descubrí el frío y la niebla heladora. Aterricé en el turno de noche de un hospital bastante más pequeño que del que provenía. Necesité el mismo tiempo que cualquier otra persona en adaptarme al espacio, a la ausencia de amistades, a la lejanía de la familia…y un largo etcétera de sentimientos que prefiero no recordar.
Pero a lo que iba, el caciquismo. En aquel hospital, donde trabajan muy buenos profesionales, estaban acostumbrados a que un grupo de personas les organizasen el trabajo, los horarios, el sueldo, los turnos, etc. Al llegar una persona de otro hospital se dieron cuenta de las enormes diferencias que existían.

Por circunstancias que no vienen al caso, me ofrecieron formar parte de un pequeño grupo de inconformistas que habían creado un sindicato alternativo a los que había. Según ellos, defendían más los intereses de la Administración que los de los trabajadores. Durante el tiempo que estuve allí pude dar fe de ello.

Sólo os explicaré una pequeña anécdota de muchas, explicarlas una por una me llevaría todo un libro.

La cosa fue que un día me tocaba trabajar en una fecha muy señalada, no recuerdo bien la festividad, pero en días como esos se premia al personal pagándoles las horas como festivas, como extras. Pero mira por donde, me comentaron que a las nuevas incorporaciones se las había excluido por acuerdo de la Junta de Personal ,formada por sindicatos y Administración, para ser solidarios y altruistas y contribuir así a la creación de nuevos puestos de trabajo.
Pero ¿sabéis lo más gracioso? Que esas personas que decidieron que yo fuera altruista no predicaban con el ejemplo, mientras ellos disfrutaban de la fiesta con su familia y yo trabajaba, ellos cobraban y yo no…a eso se le llama estar liberados por los sindicatos: cobras el mismo sueldo que si trabajases, incluidos los festivos.

Un día decidí que esto no podía continuar y me puse manos a la obra, informé a todo el personal mediante una carta y pedí sus firmas para demostrar a la Junta que se oponían a ese acuerdo, ya que sólo suponía un ahorro para el hospital y no la creación de puestos de trabajo. Vaya, lo que algunos llaman ser efectivos y eficaces con los recursos…de otros, claro.

El personal estaba totalmente indignado, no tenían idea de que los que habían firmado ese acuerdo sí cobraban estando en su casa. Todas las firmas fueron presentadas al Director de Personal, la respuesta fue muy similar a las que suelen dar cuando quieren negar la evidencia: “Les remito al acuerdo que se llegó en Junta de Personal en día tal y tal…”
Bien, el personal leyó esas actas del día del acuerdo donde se leía la opinión de cada miembro de la Junta, todavía hubo más indignación si cabe…
Yo tardé dos o tres meses en volver a Barcelona, al mes siguiente de mi vuelta ya cobraba todo el mundo los festivos.
Y no, no fui una heroína, ni mucho menos, fue la fuerza y la solidaridad de todo el personal lo que hizo que anularan semejante acuerdo y, por supuesto, la sorpresa del Director al no estar acostumbrado a que el personal se le amotinase.

Supongo que os preguntaréis por qué escribo esto ahora, pues lo hago porque el sábado tuve la misma sensación de opresión y dictadura de un pequeño grupo caciquil que no admite la libertad de expresión y cree que los acuerdos y las decisiones de los que gobiernan en el municipio les da derecho a anular libertades. Me estoy refiriendo al concierto de Derrumband en el Pou del Glaç, ese pozo que tanto ha costado a las arcas municipales, esas que llenamos con nuestros impuestos todos los que aquí vivimos.
Me refiero a la intención de la retirada de una pancarta donde se podía leer algo que no gustaba al alcalde.
Me refiero también a la decisión de unos controles de alcoholemia tras la marcha de su Ilustrísima, que había bañado su garganta en cava, a la salida de Canyamars…Bueno, también podría pensar: ¡qué majos que son que piensan tanto en la salud de sus habitantes y no quieren que sufran ningún percance en la conducción!

Pero ya no es sólo eso, también me llama la atención el miedo a la protesta, el miedo a cantar una simple canción... ¡pero si hasta lo hacen en Cádiz por carnaval! Igual nos tendremos que esperar a esas fechas para que la gente aproveche la excusa y exprese su opinión…

También el miedo de los anónimos que escriben comentarios en los blogs, el miedo a las represalias…El miedo en definitiva.

Y la triste realidad es comprobar que todavía existe el caciquismo.

Caciquismo, por si alguien todavía no lo sabe, es la intromisión abusiva de una persona o una autoridad en determinados asuntos, valiéndose de su poder o influencia.

Ganar unas elecciones no anula la libertad de los demás.




Anna García

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