La mayoría de los lectores de los blogs, estamos disfrutando de unos días de vacaciones, la pereza vence con la ayuda de su aliado el calor y cuesta escribir entradas.
Así que he pensado que lo mejor seria hacer una entrada relajante que no me requiera mucho “esfuerzo” y para eso nada mejor que recurrir a la poesía y al “copiar y pegar”.
En cuanto a poesía se refiere reconozco mi ignorancia, soy bastante gárrulo, me he quedado anclado en Miguel Hernández y Antonio Machado... y eso gracias a que hace muchos años escuche el disco de J.M.Serrat “Mis Poetas” y me hizo sentir sensaciones extrañas hasta aquel momento, cada vez que vuelvo a escuchar el disco, se me pone la piel de gallina con los versos de Miguel Hernández, pero hoy he leído una de un Poeta que no había escuchado hablar de el y que me gustado y quiero compartir con vosotros, su autor el poeta ingles Sir Edgard Dyer (1543-1607) fue uno de los más famosos y proliferos escritores de la época Isabelina, con el deseo de que disfrutéis de un rato agradable y reconfortante la reproduzco a continuación.
Mi mente para mí es un reino entero;
En ella encuentro dicha tan compleja
Que excede a otro cualquiera bien cimero
Que da la tierra o nace de pareja.
Y aunque mucho tuviese y más quisiera,
Mi mente esa ambición me la prohibiera.
Ni pompa principesca ni riqueza,
Ni fuerza por salir siempre triunfante,
Ni ingenio que me evita la tristeza,
Ni forma que alimente al ojo amante.
Nada de ello en su siervo me convierte.
Veo como a veces harta la abundancia
Y al que sube, bien pronto derribado;
Veo que aquel elevado en su arrogancia
Resulta ser el más amenazado:
Llega apenas y en medio se sostiene;
Tal cuidado mi mente no lo tiene.
Contento de vivir, ese es mi estado;
No busco más que aquello suficiente,
Ni intento dominar en lo elevado;
Lo que preciso me lo da mi mente.
Con ello soy como un rey victorioso,
Con lo que da mi mente soy dichoso.
Algunos tienen mucho y más desean;
Poco tengo, mas es todo mi empeño;
Son mendigos, por mucho que posean,
Y yo soy rico con caudal pequeño.
Ellos, pobres; yo, rico; piden, doy;
Ellos sufren sin fin, yo vivo estoy.
De la desgracia de otro no me río,
Ni murmuro sobre el dolor ajeno;
No me agita del mundo el mar bravío.
Mi estado de perpetuo está sereno:
Ni escapo del rival ni adulo amigo,
Ni odio la vida ni mi fin maldigo.
Hay quien mide el placer por el deseo,
Su ciencia por lo que su anhelo apaña,
Su tesoro es su único trofeo,
Todo su habilidad, oculta maña;
Mas yo, el placer que encuentro más ingente
Es el de mantener calma mi mente.
Mi riqueza es salud y quietud mi entorno,
Mi conciencia es mi más clara defensa;
No busco contentar con el soborno,
Ni causar con engaño alguna ofensa.
Así vivo y así será mi muerte,
¡Ay, si todos hicieran de esta suerte!
Saludos Vacacionales
J.L.Rueda
P.D. Evidentemente el original es en ingles, he encontrado varias traducciones y me he quedado con la que más me ha gustado.